Uno de estos fenómenos son las bolitas de naftalina que brincan por sí solas en un recipiente con agua. Las bolitas parecerán tener vida propia, un fenómeno muy divertido que nos ayuda a comprender mejor sobre la densidad y ciertas reacciones, como la de efervescencia.
Este experimento en particular es muy sencillo de hacer, requerirá cuando mucho una ida a la farmacia, muy poco tiempo y muy poco presupuesto. Además, es totalmente seguro y puede hacerlo un niño sin ninguna supervisión adulta. Sin embargo, sería conveniente que un adulto acompañase a los niños para explicarles los principios y fenómenos involucrados, para convertir este divertido experimento en uno educativo.
Lo que vamos a ocupar:
- Bolitas de naftalina
- Un recipiente más o menos grande, tipo pecera o jarrón
- Algunas cucharadas de bicarbonato de sodio o polvo para hornear
- Vinagre
Procedimiento
Se colocan las bolitas de naftalina en el fondo del recipiente junto con unas cucharadas de bicarbonato. Después, se llena el recipiente para dejar únicamente una cuarta parte vacía. Una vez que se agregue el agua, se comienza a verter vinagre pausadamente dentro del recipiente.
Explicación Observaremos que comienza a reaccionar el bicarbonato, formando burbujas que escapan a la superficie. Al hacerlo, veremos que también las bolitas de naftalina comienzan a moverse hacia arriba y abajo del recipiente como si tuviesen vida propia. Esto continuará hasta que se agote el bicarbonato o bien hasta que dejemos de verter vinagre.
En este experimento tienen lugar varias reacciones y fenómenos. Primero, el bicarbonato reacciona violentamente con el vinagre.
Esto se debe a dos reacciones principalmente: la primera se debe a la naturaleza de ambos compuestos, uno es un ácido y otro es una base. Al ponerse en contacto, se neutralizan unos a otros muy rápidamente, produciendo una sal y agua. Además, se forma también dióxido de carbono, un gas ligero que no puede contenerse en los nuevos compuestos y escapa.
La reacción de efervescencia (aparición de muchas burbujas) se debe a que el bicarbonato de sodio es extremadamente poroso (está totalmente lleno de agujeros) y, al reaccionar con el vinagre, estos huecos se llenan de dióxido de sodio rápidamente, aumentando dramáticamente su volumen. Sin embargo, el dióxido de carbono es demasiado y se produce muy rápido, por lo que escapa de la sal que se está formando y del agua.
El dióxido de carbono es absorbido momentáneamente por las bolitas de naftalina y dado que el dióxido de carbono es muchísimo más ligero que las bolitas de naftalina, estas pueden flotar por unos segundos. Una vez que se acercan a la superficie del agua, el dióxido de carbono escapa de las bolitas de naftalina y las bolitas vuelven a descender.
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